Siempre me han producido ternura los Kiss . Es probable que sea de las bandas que más me impresionaban a mediados de los 80.
Sin ser seguidor de su música, recuerdo como me alucinaba el "escalope de ternera" de lengua de Gene Simmons , los pinchos, las plataformas las guitarras con forma de hacha.....
Me fui haciendo mayor y la verdad es que los olvide, mis gustos musicales eran otros y en los rockero me iban más los AC-DC por ejemplo.
Pero cuando me entere este invierno que volvían a Madrid, me dije que no me los podía perder.
Quería experimentar como era un concierto de Kiss que tantas veces me habían contado como algo espectacular, sentía autentica curiosidad y también algo de temor, ya que la línea que separa lo espectacular con lo patético es muy fina cuando se trata de una panda de tíos de más de 50 tacos que se pintan la cara de blanco, calzan alzas y escupen sangre y fuego.
Ya cuando nos íbamos aproximando al Palacio de los Deportes se iba catando el ambiente, gente de todas las edades, muchas camisetas negras, mucho maquillaje….
Una vez dentro un enorme telón con el nombre de la banda en plateado nos daba la bienvenida, y en unas pantallas laterales podíamos ver la imagen de Google Earth como se iba aproximando a toda velocidad al Palacio hasta que unos gigantes Kiss se introducían en el recinto.
La cámara les seguía por el backstage a punto de salir con manager incluido. La verdad es que me molo el vídeo.
Tengo que reconocer que al principio me pareció algo cutre, lo de Google Earth no me parece muy original, y lo de la banda como gigantes aproximándose al Palacio pues tampoco pero el rollo del backstage con el manager tipo mafioso italiano a lo John Pesci me encanto le dio un sabor muy Las Vegas.
Y empezó todo, explosiones, fuegos Gene Simmons, Paul Stanley, Tommy Thayer y Eric Singer aterrizando sobre una plataforma articulada en el escenario un descenso del cielo a los infiernos del rock .
Sonaron todos los temas clásicos Love gun Detroit rock city, 'Black diamond' , y fue en I was made for lovin' you cuando Paul Stanley se desplazó a toda velocidad sobre una tirolina jugándose el tipo hasta el centro de la pista.
Tras esto “apoteosis final” con 'Rock and Roll All Nite'; confeti, llamaradas batería levitando como por arte de magia y homenaje de la banda a los grandes del rock.
En resumen sensación de hipnosis generalizada por la gran cantidad de efectos, explosiones y despliegue audiovisual, y por supuesto poder ver a cuatro tipos haciendo “su curro a la perfección”, todo controlado como una máquina bien engrasada que funciona a pesar de sus años en la carretera.
Se que para mucha gente esto es solo un circo pero ¡coño!
No es el Rock un Circo como decían los Stones…. .
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