"...No podéis figuraros cuan molestos estaban estas buenas gentes, porque George Sand, no se había dignado asistir a la ceremonia de la mañana. El cura, sobre todo, que había administrado el agua bendita, estaba realmente mortificado.
Por cierto, me dijo que esta señora francesa no habla con alma viviente, no sale nunca de la Cartuja y no aparece jamás en la Iglesia, ni los domingos, acumulando así sobre su alma, Dios sabe cuantos pecados mortales.
El boticario dice que la señora hace cigarrillos como nadie, toma café a todas horas y no hace más que escribir y fumar.
No creo exagerar diciendo que desde el intento de insurrección carlista causado por el campanero de Manacor en 1835 y que costo la cabeza al pobre diablo no hay ningún otro acontecimiento que haya producido tal sensación...." (fragmento de "Historia de Valldemossa" de Carlos Dembowski) .
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