miércoles, 28 de julio de 2010

CRAZY DIAMOND

Hoy va de canciones y os voy a hablar de mi canción favorita de Pink Floyd.

Recuerdo que la escuchaba todas las noches, ya que era la canción que utilizaba Jesús Quintero en su Loco de la Colina, para inicar aquel fantástico programa de radio de finales de los 80.

La música y la característica voz de Quintero, todavía me pone los pelos de punta al recordarlo.....

Shine on you crazy diamond es una de las canciones más importantes en la carrera de los Pink Floyd. Y no porque haya sido uno de sus mayores éxitos.

Lo fue por su significado de puertas del camerino para dentro, que es donde se cuece lo que casi nunca sabemos. Grabada para el undécimo álbum de la banda, Wish you were here.

El tema, al igual que el disco, es un homenaje a Syd Barret, el que fuera vocalista y guitarrista durante dos años de la banda inglesa hasta que sus problemas mentales provocaran su divorcio musical con el resto del grupo para siempre. Este suceso tuvo un efecto irreversible en el cuarteto, que quedaría profundamente afectado por la situación de su antiguo líder; lo que inspiraría canciones y letras, aunque ninguna tan mítica como ésta.

Descrito por sus cercanos como un personaje inclasificable, el compositor de Cambridge tenía un talento de los que con un sólo disco son capaces de escribir un capítulo en la historia de la música.

Con él, Pink Floyd editó su primer disco, The piper at the gates of dawn.

Lo que vino después.......incursiones con el LSD, trastornos mentales y una colección de anécdotas durante los conciertos: olvidaba las letras, daba la espalda al público o tocaba con una cuerda durante toda la actuación. En definitiva, Barret fue un tipo que se bebió la vida muy deprisa.

La canción contiene desde el inicio una atmósfera lisérgica y espacial sobre la que el bueno de Waters deja caer sus acordes en forma de lamento y dolor sonoro. La letra está llena de recuerdos y nostalgia.

Según cuentan los propios protagonistas, en mitad de la grabación del disco en los estudios Abbey Road en Londres, entró un hombre gordo con la cabeza y las cejas afeitadas que nadie conocía.

Era Syd que, inexplicablemente, había venido a grabar su parte en el disco. Hacía cinco años que sus compañeros no habían tenido ningún contacto con él. ..

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