Lo que más gusta del cine de Cesc Gay, es la
destreza que tiene al retratar a sus personajes y sus circunstancias, con
sinceridad y honestidad.
Cesc Gay es un director de actores, crea un
producto muy personal y sabe sacar el máximo partido de sus intérpretes. Sus
películas sin efectos, ni adornos son pura realidad, sus relatos navegan entre
el drama, la comedia, la felicidad, la tragedia, la desgracia, la fortuna con
enorme naturalidad, bueno realmente son como la vida misma y cada uno podemos
percibirlo de una forma o de otra dependiendo de nuestra experiencia vital.
Relaciones personales, tan sencillas y tan complejas a la vez
Una pistola en cada mano nos muestra a los
hombres a través de cinco historias. Como somos, sin complejos, nos desnuda
desde la sinceridad, el cariño y el humor. Lloramos, somos débiles, reconocemos
nuestros errores, pedimos perdón y en muchas ocasiones muestra lo patéticos y
simples que podemos llegar a ser.
Pero, no importa que seas hombre o mujer, Cesc
Gay nos muestra en su película algo que nos ha ocurrido a todos en algún momento
de nuestras vidas. Alguna vez nos han rechazado, hemos pasado por una difícil
situación, hemos estado deprimidos, hemos hecho el ridículo, nos hemos tragado
nuestro propio orgullo…
Esto es lo que hace grande al cine de Cesc Gay,
que consigue lo máximo a partir de lo más mínimo.
FICHA TÉCNICA
TÍTULO ORIGINAL Una pistola en cada mano
AÑO 2012
DURACIÓN: 95 min
PAÍS España
DIRECTOR Cesc Gay
GUIÓN: Cesc Gay, Tomás Aragay
MÚSICA Jordi Prats
FOTOGRAFÍA Andreu Rebés
REPARTO Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier
Cámara, Leonor Watling, Eduardo Noriega, Leonardo Sbaraglia, Candela Peña, Eduard
Fernández, Alberto San Juan, Cayetana Guillén Cuervo, Jordi Mollà, Clara Segura
Los británicos Pink Floyd ya eran una banda consolidada dentro del panorama del rock psicodélico espacial cuando lanzaron en el Reino Unido su sexto álbum (sin contar bandas sonoras ni recopilaciones), The Dark Side Of The Moon.
Tras la marcha de su primer líder, Syd Barret, quien compuso gran parte del material del grupo en un estilo pop psicodélico, Pink Floyd se volvió todavía más experimental, lo que dio como resultado largas composiciones instrumentales al tiempo que mantenían un público fiel mediante las giras.
Atom Heart Mother, su cuarto álbum, se situó en el número uno de las listas de éxitos, y Meddle, el quinto, alcanzó el Top 3. The Dark Side Of The Moon, no obstante, dejó en nada el éxito de los trabajos anteriores. En su país, se mantuvo en las listas durante 367 semanas, y en Estados Unidos, donde vendió 15 millones de copias, alcanzó el número uno y batió un récord permaneciendo en las listas durante 741 semanas (probablemente seguiría allí si Billboard no hubiera cambiado las normas para los lanzamientos más antiguos).
¿Por qué funcionó tan bien? Pink Floyd consiguió tomar lo que había aprendido de sus experimentaciones e incorporarlo en estructuras típicas del pop, canciones relativamente cortas y pegadizas, con curiosos sonidos como el repiqueteo de las campanadas de un reloj en “Time” o el tintineo de monedas en “Money”.
Además, el letrista Roger Waters compuso letras que reflexionaban sobre la vida modernay con las que su público se identificó. En cosecuencia, lo que había sido un género marginal dio el salto al gran público, y Pink Floyd, una de las bandas de rock más esotéricas, fue aclamada en todo el mundo.
Habré visto cientos veces ‘Aterriza como puedas’ y no me canso de ella. Y supongo que así nos ocurre a toda una generación.
‘Aterriza como puedas’ aúna el humor absurdo y los dobles sentidos, con la parodia –tanto al cine de catástrofes como a todo tipo de cine, publicidad y audiovisual en general–y ¿por qué funciona tan bien un humor basado en chistes malos?.
Pues, por un lado, la densidad es una ayuda, pues no hay comedia en la que las ocurrencias cómicas sean tan abundantes y tan seguidas. Además, la falta de miedo a caer en lo obvio o la valentía de incluir cualquier tipo de chorrada– llevan a una sensación de euforia contagiosa. Pero estas razones no son las únicas, ya que las bromas, de una en una, también nos hacen reír y muchas de las frases se han hecho tan míticas. No cabe duda de que el tono de la película, la forma en la que Zucker, Abrahams y Zucker la han puesto en escena y han dirigido a los actores influyen muchísimo. Por otra parte, es admirable que los guionistas sean capaces de incluir el humor en cada una de las líneas del libreto sin que la historia dé bandazos y se salga del rumbo.
Los personajes están dibujados más allá de los tópicos y las interpretaciones, a la altura de esta exageración, están todas subidas de tono. Era el aspecto que faltaba para que la comicidad fuese completa. Actores como Lloyd Bridges o Robert Stack –algo menos en el caso de Peter Graves–, que siempre han tenido una forma de interpretar fuerte y carismática, en este conjunto pasan la raya por unos centímetros y su trabajo se transforma. Robert Hays, Julie Hagerty, en los papeles protagonistas, se quedan más en la parodia, llevando las típicas representaciones de galán y damisela a sus límites respectivos.
Reseñable, el descubrimiento de Leslie Nielsen para la comedia con esas miradas de refilón y esas frases dichas con un tono casi increíble, que se acompaña del estallido de un trueno y de una subida de la música – por cierto, una banda sonora tan clásica que encaja en la parodia–. Nielsen no solo desde entonces ha dedicado su carrera a la comedia paródica, sino que resulta cómico verlo ahora en una película donde su papel es dramático, tanto que parece casi imposible tomarse esos films con seriedad.
Si el fin del mundo, como pronostica la profecía maya, se produjera hoy viernes 21 de diciembre sonaría al ritmo de «The End», de The Doors. Esta es la banda sonora para el apocalipsis elegida a través de la iniciativa de National Geographic Channel y el servicio de música digital Spotify.
El concurso, que se ha prolongado durante cinco semanas, ha contado con más de 10.000 participantes, que han ido depositando sus propuestas musicales para el apocalipsis en la página web del canal.
Cada semana se han publicado las canciones más solicitadas por los usuarios, hasta configurar la lista final, en la que además de la ganadora hay otros temas legendarios como «The Final Countdown», de Europe, «Viva La Vida», de Coldplay, «I Don't Want To Miss A Thing», de Aerosmith, o «It's the End of the World As We Know It (And I Feel Fine)», de R.E.M.
Queen entra en la lista con dos de sus éxitos, «The Show Must Go On» y «Bohemian Rhapsody», y John Lennon figura entre los finalistas con su inmortal «Imagine». Otras canciones incluidas son «Última noche en la tierra», de La Musicalité, «In the End», de Linking Park, «Highway To Hell», de AC/DC, o «Gangnam Style», de Psy.
Destaca también la presencia en la lista final de dos temas corales de la música clásica. Es el caso del famoso fragmento de Carmina Burana de Carl Off titulado «O Fortuna!» y el «Lacrimosa de la misa de Réquiem» que Mozart dejo inacabada antes de morir en 1791.
Tengo un cariño especial por esta película, dos motivos, es de las primeras novelas que me lei, un viejo libro con tapas color verde, y mi padre tenía una preciosa maqueta del HMAV Bounty" (HMAV = His Majesty's Armed Vessel, buque armado de su majestad), un carguero de la armada británica en el que tuvo lugar el 28 de abril de 1789 el famoso motín.
En el 1787 el barco británico Bounty se dirige a Tahití para trasladar un cargamento de una planta conocida como árbol del pan a Jamaica. El orgullo y la ambición del capitán Bligh (Trevor Howard), lleva a su tripulación a luchar contra su trato despótico, al tiempo que luchan contra el hambre y contra las inclemencias del mar.
Cine en estado puro…Gran película, llena de belleza, con un Brando gigante, lo borda.. Una gran historia, rodada en bellas islas, mar, odio, guerra, amor y muerte. Un remake de la película que Clark Gable y Charles Laughton protagonizaron en 1.935 y que obtuvo el Oscar de mejor film del año.
Se han hecho tres películas de la novela: la primera versión es “Mutiny on the Bounty” (1935), protagonizada por Charles Laughton y Clark Gable, la más conocida “Mutiny on the Bounty” (1962), protagonizada por Marlon Brando, Trevor Howard y Richard Harris y la tercera es “The Bounty” (1984), protagonizada por Anthony Hopkins, Mel Gibson, Laurence Olivier, Liam Neeson y Daniel Day-Lewis.
Un viaje que se mantiene a flote, consiguiendo sentirnos parte de la tripulación y sin ningunas ganas de abandonar el barco.
FICHA TÉCNICA
TITULO ORIGINAL: Mutiny on the Bounty
AÑO:1962
DURACIÓN: 178 min PAÍS:EEUU DIRECTOR: Lewis Milestone
GUIÓN:Charles Lederer (Novela: Charles Nordhoff, James Norman Hall)
MÚSICA:Bronislau Kaper FOTOGRAFÍA Robert Surtees REPARTO Marlon Brando, Trevor Howard, Richard Harris, Hugh Griffith, Richard Haydn, Tarita, Percy Herbert, Duncan Lamont, Gordon Jackson, Chips Rafferty, Noel Purcell, Ashley Cowan, Eddie Byrne, Frank Silvera, Tim Seely, Keith McConnell
Cuando a George Harrison le preguntaron por los motivos que le movieron a organizar un concierto benéfico para Bangladesh, el primero de un Beatle tras la separación de la banda y el primer acto de este tipo, George fue claro. "Me lo pidió un amigo". Ese amigo era Ravi Shankar (Benarés, India, 1920), el mismo que en 2002 ofreció un hermoso recital de sitar para honrar la muerte de Harrison, su amigo.
Aquel músico indio, que había salido de su país en los años 30 para mostrar su música al mundo, se había convertido en un referente para las bandas británicas de los años sesenta que vieron un mundo de posibilidades en los sonidos del sitar, un instrumento enigmático y muy complicado de tocar que cautivó de manera especial a Georger Harrison. "La gran explosión del sitar empezó en 1966, al menos es cuando yo fui consciente de ello", escribiría Shankar en Mi música, mi vida.
Ravi Shankar fue un pionero, un aventurero musical que dedicó su vida a comprender su instrumento, a domarlo y dominarlo como pocos lo han hecho. En ese largo viaje vital el músico acercó dos mundos, dos tradiciones. Gracias a gente como Shankar la música tradicional de India viajó, creció y conoció otros mundos. De ese modo, en 1967, Shankar abrió en Los Ángeles su propia escuela, un lugar donde su música conocería a nuevos alumnos.
Un año antes, en 1966, Shankar había conocido a George Harrison y a Paul McCartney en Londres. "Me parecieron encantadores y muy educados, nada que ver con lo que me esperaba", relata el músico en sus memorias. En ese encuentro, Harrison mostró a Shankar su interés por aprender a tocar el sitar. Ese interés provocó que meses después el guitarrista inglés viajase a India junto a su esposa para un curso de introducción al sitar junto a Shankar. La llegada de Harrison a India provocó un gran revuelo, pero cimentó la relación entre los dos músicos, una amistad que duraría hasta la muerte de Harrison en 2001. Aquella amistad conllevaría grandes críticas de los tradicionalistas del sitar hacia Shankar, pero también le supondría una grandísima popularidad que le abrió las puertas de Occidente. El encuentro entre el pop occidental y la música tradicional india cambiaría la forma de ver el sitar.
Parece que este invierno que ahora empieza va a ser bastante crudo, a lo cual nosotros respondemos: "¡estupendo!". No en vano esta es la época del año que invita a ponerse ropa de abrigo, a quedarse en casa, a acurrucarse en el sofá, y ver una película tras otra mientras las temperaturas del exterior descienden a niveles antárticos. Y, ya que nos ponemos cinéfilos, ¿por qué no aprovechar para organizar un ciclo casero de películas de terror?
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
Está claro: tenía que salir. Y es que la única excursión de Stanley Kubrick en el género de terror (aunque, podría decirse, todos sus filmes dan miedo en un sentido u otro) . Cada vez que nos alojamos en el Hotel Overlook sentimos unas ganas tremendas de olvidarnos de la calefacción, abrigarnos bien y salir a campo abierto. Y, una vez allí, seguir corriendo sin mirar atrás, no sea que al volvernos veamos a Jack Nicholson hacha en ristre y se nos quede para los restos el jeto de Shelley Duvall.
La Cosa (John Carpenter, 1982)
Cuando se trata de filmes de terror invernal, el remake firmado por Carpenter de El enigma de otro mundo debe figurar en primera posición por narices (congestionadas). No sólo porque las peripecias del piloto Kurt Russell, un grupo de científicos y una criatura primigenia, polimorfa y alienígena transcurran a un tiro de piedra del Polo Sur, sino también porque sus espantos biológicos son tan fríos que nos hielan las entrañas. Aunque, por suerte, su final es de lo más calentito. Déjame entrar (Thomas Alfredson, 2008)
Abandonamos los páramos helados del Antártico en favor de otros parajes mucho más norteños, pero a los que también conviene viajar con ropa de abrigo. Nos referimos a los suburbios de una ciudad sueca (posiblemente Estocolmo) donde, bajo el barniz de la civilización y el bienestar, acechan el bullying escolar, el alcoholismo, la desesperación... Y un caso de vampirismo infantil que, paradojas de la vida, resulta casi entrañable en comparación con todo lo demás. El remake estadounidense firmado por Matt Reeves en 2010 también merece la pena, pero lo original es siempre lo mejor...
Ravenous (Antonia Bird, 1999)
Viendo Priest, su filme de 1995 sobre los avatares de un cura homosexual, la británica Antonia Bird nos engañó, haciéndonos creer que los desmadres de Amor loco eran cosa del pasado. Vana ilusión, como probó esta película en la que Robert Carlyle nos cuenta una sórdida historia de aislamiento y canibalismo en las montañas de Nevada. El resultado es una película muy amoral y muy gore con la que resulta fácil identificarse: aquí también nos hubiéramos merendado a Guy Pearce, pero de una manera distinta. El día de la Bestia (Álex de la Iglesia, 1995) Nueve meses de invierno, tres de infierno", reza un viejo refrán sobre el clima de Madrid. Pero el ex presidente de la Academia de Cine no piensa lo mismo, como probó el filme que le convirtió en una figura de culto nacional e internacional. Siguiendo las andanzas de Álex Angulo y el satánico (y de Carabanchel) Santiago Segura, uno acaba convencido de que unas navidades en la capital son la ocasión perfecta para el nacimiento del Anticristo. Noche de paz, noche de muerte (C. E. Sellier Jr., 1984) Entre otras entrañables costumbres, los slasher ochenteros tenían el hábito de aprovecharse de todas las fiestas de guardar habidas y por haber. Incluyendo, por supuesto, la navidad: de pequeño, el asesino titular de este filme presenció el asesinato de sus padres a manos de un ladrón vestido de Papá Noel, y cuando su jefe le obliga a ataviarse de esa guisa en Nochebuena, le falta tiempo para armar una escabechina al grito de "¡Jo, jo, jo!".
La zona muerta (David Cronenberg, 1983)
Toca ponerse serios y echarse la capucha sobre los ojos, porque aquí hablamos del primer trabajo de David Cronenberg para la industria de Hollywood. No se trata solo de que el morboso cineasta rodara esta adaptación de Stephen King en los paisajes nevados de su Canadá natal, ni tampoco de que su trama de catástrofes y premoniciones esté rodada con el gélido estilo habitual del autor. Es que, además, el protagonista es... Christopher Walken. Cada vez que el actor mire a cámara, sentirás una rasca sobrenatural.
Rare Exports (Jalmari Helander, 2010)
Efectivamente, estamos ante otro horror navideño. El cual, además, nos lleva de vuelta a los países nórdicos. Subtitulada Un cuento gamberro de navidad en su estreno español, Rare Exports es una versión extendida de un cortometraje de humor (negro) que ya os presentamos en su día, y una de esas películas cuya falta de medios queda compensada por su morro y su ingenio a partes iguales. Si pensabas que la vida de un pastor de renos resultaba aburrida, te convencerá de todo lo contrario.
Cuando los Rolling Stones se formaron en 1962, sólo pretendían ser una banda de blues que interpretaba versiones de artistas estadounidenses. No obstante, su manager, Andrew Loog Oldham, pensó que tendrían que ofrecer material nuevo si querían disfrutar de una carrera musical larga y logró convencer a Mick Jagger y Keith Richards para que compusieran juntos. Un año más tarde, habían creado el clásico “Satisfaction”.
El primer LP de los Stones en contener únicamente canciones compuestas por Jagger y Richards fue Aftermath, lanzado por Decca en el Reino Unido el 15 de abril de 1966. El álbum, grabado en siete días en los estudios RCA de Hollywood con el ingeniero de sonido predilecto del grupo, Dave Hassinger,era una colección de temas brillantes, con las excelentes melodías y solos de Richards rematadas por las perspicaces letras de Jagger. Muchas de éstas estaban influidas por Dylan (Mother`s Little Helper, Stupid Girl, Under My Thumb), toque que afianzó la imagen de los Stones como la versión rebelde de los más respetuosos Beatles. Aun así , el álbum también ofrecía una balada trovadoresca “Lady Jane”.
La inclusión de Goin’ home, una improvisación de blues de 11 minutos, parecía arriesgada. Aunque cada vez más aislados , el bajista Bill Wyman y el batería Charlie Watts continuaron demostrando que eran, probablemente, la mejor sección rítmica de todos los tiempos y el multiinstrumentista Brain Jones aumentó el interés de algunas canciones con su exótico acompañamiento (marimbas, salteiro, cítaras).
Como era práctica común en la época, la versión estadounidense del álbum se recortó y se alteró la lista de temas, pero todas las canciones siguieron siendo originales. La calidad del álbum y su éxito internacional aseguraron el futuro de los Stones.
Por primera vez en dvd en España, llega a las tiendas una edición especial y restaurada de la película más lisérgica y delirante de los Beatles.Magical Mystery Tour, rodada en 1967, filmada inmediatamente después del lanzamiento de en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band en el momento de mayor efervescencia creativa y también de mayor popularidad de la banda. De un modo u otro todo eso creo que tiene mucho que ver con las peculiares características de la película, muy lejos a nivel conceptual de los precedentes A Hard’s Day Night o Help! que se ceñían a la típica cinta de aventuras protagonizada por estrellas del pop para regocijo de sus fans.
El resultado del experimento fue un filme que fue vapuleado por la crítica, pero que con el paso de los años y el progresivo olvido ha ido generando un culto a su alrededor.
La película, fue un capricho de Paul se había comprado una cámara de super 8 con la que había comenzado a hacer sus pinitos en el mundo del vídeo. A Hard’s Day Night y Help! fueron películas ajenas, apuestas discográficas en las que el grupo de Liverpool se convertía una mera herramienta, en un mecanismo de hacer dinero. Magical Mystery Tour debía convertirse en otra rama más de una creatividad desatada entre otras cosas por el ácido. Y es precisamente ese trip el elemento vertebrador de una cinta con un argumento débil (un viaje en autobús por la campiña inglesa) que sin embargo da pie a todo tipo de escenas delirantes, más propias de un filme de Monty Python (el primer episodio de Flying Circus fue emitido en 1969, así que a buen seguro que el grupo de humoristas tomó buena nota de la estética surrealista del filme) que a una película musical convencional.
El 10 de Diciembre del 2007, la banda Led Zeppelin subió al escenario del O2 Arena de Londres como cabezas de cartel de un concierto homenaje a su amigo y fundador de Atlantic Records, Ahmet Ertegun. Lo que siguió fueron más de dos horas de rock&roll infectado de blues del grupo, un show para el que millones de personas se quedaron sin entrada.
Los miembros fundadores John Paul Jones, Jimmy Page y Robert Plant fueron respaldados por Jason Bonham, el hijo del fallecido batería John Bonham, para interpretar 16 canciones de su catálogo y que incluyó clásicos como Whole Lotta Love, Rock And Roll, Kashmir y Stairway To Heaven.
Aunque 20 millones de personas intentaron conseguir entradas, el primer concierto del grupo en 27 años fue visto solamente por 18.000 fans que ganaron un asiento en un sorteo que se realizó a nivel mundial. El documental del concierto, Celebration day, está a la venta desde el 20 de noviembre. Una recomendación ¡NO TE LO PIERDAS!
La obsesión por los presupuestos de las películas es una prueba más de que el cine es un mundo de locos. Y no sólo a esa manía por promocionar filmes como "el más caro de la historia" y similar, sino también a todo lo contrario: la manía por hallar películas que han costado cuatro perras. Saber que un cineasta ha levantado su filme a partir de un presupuesto ante el cual Steven Spielberg o Michael Bay se partirían de risa queda muy bien en los titulares, por supuesto. Y, además, los bajos costes llevan consigo una alta rentabilidad en caso de que el trabajo le caiga en gracia al público, con lo cual muchas distribuidoras importantes se arrojarán sobre este a la mínima ocasión. No todos los filmes que repasamos en esta lista figuran en como los más rentables de la historia (aunque hay algunos que sí), pero todos ellos han pasado a los anales del celuloide.
Pink Flamingos (1972)
Presupuesto: 40.000 euros (ajustados)
Trabajar los días de semana, y rodar sin descanso en sábado y en domingo: esa fue la receta empleada por John Waters y sus colegas a fin de sacar adelante esta película. El contenido escatológico de Pink Flamingos puede llevar a tomarla como una anécdota, pero aun hoy impresiona saber que el presupuesto de Waters no le permitía repetir tomas (lo cual incluye, sí, esa de Divine, el caniche y las cacas), y que, cuando se les acabó la pasta, el equipo se vio obligado a robar material de rodaje. Con los años y las polémicas, esta cinta tan guarra y tan salvaje se convirtió en un éxito underground, sentando las bases de una de las carreras más gamberras del cine.
Garganta profunda (1972)
Presupuesto: 102.182 euros (ajustados)
En comparación con otros títulos de este informe, el filme de Gerard Damiano parece una superproducción. Un poco sui generis, eso sí, porque estamos hablando de una película porno. El impacto de Garganta profunda sobre la cultura popular de EE UU, y del mundo entero si nos apuras, resulta inconcebible en estos días de descargas en internet y parodias jadeantes, pero hay que señalar que la cinta se exhibió en cines convencionales, contando entre sus fans confesos con Truman Capote, Brian De Palma y Jack Nicholson, entre otros. La historia del filme, no obstante, tiene poco de heroica: el productor 'Butchie' Peraino estaba emparentado con la familia mafiosa de los Colombo, que usó la recaudación como un medio para blanquear dinero, mientras que la protagonista Linda Lovelace afirmó años más tarde que había actuado obligada por su marido.
Cabeza borradora (1977) Presupuesto: 56.400 euros (ajustados) Si John Waters (que es un bala perdida, y a mucha honra) recurrió al latrocinio para financiar Pink Flamingos, David Lynch también empleó medios poco ortodoxos para sacar adelante esta marcianada en blanco y negro. Sólo que, poco dado a las ilegalidades, el genio de Montana tardó cinco años en rodar Cabeza borradora, apoyándose en trabajos como repartidor de periódicos, asumiendo todas las tareas que le fue posible en la producción (desde la dirección a los efectos especiales) y durmiendo en el plató, algo que le provocaba pesadillas que, fiel a su costumbre, Lynch incluía puntualmente en su libreto. Añadamos a eso los esfuerzos de colegas como Terrence Malick por buscarle un mecenas, sin éxito. La noche de su estreno, Cabeza borradora se proyectó ante un público de 25 espectadores. La noche de Halloween (1978) Presupuesto: 851.732 euros (ajustados) ¿En qué se fue la cantidad, casi un millón de dólares de la época, empleada por John Carpenter para esta película? Pues muy sencillo: en comprar un par de cámaras Panavision, a fin de que el producto no le quedase demasiado cutre. Bueno, y también en pagar el sueldo de Donald Pleasance, el único actor de cierto renombre que sale en el reparto: Jamie Lee Curtis, futura estrella, se fue a casa con unos magros 21.000 euros en el bolsillo. Lo cual resulta muy escaso, máxime si consideramos que sus desvelos huyendo del psicópata Michael Myers no sólo inauguraron el género slasher de películas de terror, sino que fueron la médula de la película independiente más rentable de los 70. Mad Max (1979) Presupuesto: 917.437 euros (ajustados) Muchas películas clásicas han partido de coincidencias afortunadas, pero el caso de esta barrabasada australiana bate todos los récords. Para empezar, su director George Miller no tenía formación como cineasta, sino como médico: la idea para el filme se le ocurrió atendiendo a víctimas de accidentes de tráfico en un hospital de Melbourne. Para seguir, su escaso presupuesto le obligó a recurrir a moteros de verdad para los papeles de villanos, lo que redundó en una mayor autenticidad. Y, finalmente, un jovenzuelo llamado Mel Gibson se presentó al casting con la nariz rota y un labio partido (la noche anterior se había batido el cobre en una pelea de bar), lo cual persuadió a los productores de que estaba lo bastante loco como para rodar las escenas de acción sin especialistas. Tal vez por todo ello, Mad Max ostentó durante 20 años el récord Guinness como película más rentable de la historia. Slacker (1990) Presupuesto: 30.000 euros (ajustados) Aunque su nombre no es excesivamente popular, Slacker ha quedado como un triunfo en muchos aspectos. Además de haber recaudado 1.300.000 euros en EE UU durante sus primeros meses en cartelera, este filme armado con medios casi artesanales ganó el Premio Especial del Jurado en Sundance, y se convirtió en heraldo del cine indie y enrollado, abriendo el camino para los futuros éxitos de Reservoir Dogs y Clerks. ¿Cómo se llamaba su director? Pues Richard Linklater: exacto, el mismo Linklater de Antes del amanecer y Escuela de rock. Ay, si todos los cineastas fueran así de coherentes al hacerse famosos... Clerks (1994) Presupuesto: 31.775 euros (ajustados) Otra presencia fija en la lista de filmes más rentables de la historia, Clerks no sólo ha pasado a la leyenda por sus buenos resultados financieros y por la calidad de su guión. También son carne de anecdotario los sinsabores que el gordo de Nueva Jersey tuvo que pasar para sacarla adelante, desde vender su colección de cómics hasta rodar de estrangis (y por las noches) en la tienda donde trabajaba. Es sabido que la perseverancia de Smith tuvo su recompensa: el filme se convirtió en un éxito por sorpresa y le permitió encumbrarse como una de las revelaciones de los 90. Ahora bien: de también hemos de culparla por desastres como ¡Vaya par de polis! y, sobre todo, de Clerks II. El proyecto de la bruja de Blair (1999) Presupuesto: 25.700 euros (ajustados)
Con el cambio de siglo, llegó la revolución. O, lo que es lo mismo, la película más rentable de la historia hasta la fecha, con 191 millones de euros de recaudación, que dio carta de naturaleza al found footage (la técnica usada por [REC] y Project X, entre otras) en el reino de los blockbusters. Con el paso de los años, la calidad de El proyecto de la bruja de Blair ha pasado a ser algo cuestionable, y su éxito aparece más como fruto de una buena combinación de 'boca oreja' y marketing viral que del talento. Aun así, cualquiera les hubiese dicho a Daniel Myrick y Eduardo Sánchez que ese filme que pensaban vender como un producto para TV acabaría cambiando la historia.
Napoleon Dynamite (2004)
Presupuesto: 363.000 euros (ajustados)
Los hermanos (y mormones) Jerusha y Jared Hess no sólo nos demostraron con este filme que una película de éxito puede contar con un protagonista feo como un pecado. También probaron las ventajas que tiene la tecnología moderna para los cineastas emprendedores: el tándem rodó varias escenas en el sótano de su casa, montó el producto usando un ordenador portátil y se las apañaron para que el rodaje durase sólo 22 días, durante los cuales el actor principal Jon Heder cobró sólo 700 euros. Por suerte, la calidad del filme era inversamente proporcional a su coste y, cuando comenzó a exhibirse en festivales, las distribuidoras más importantes pujaron como locas por llevárselo a casa.
Si creías que íbamos en broma al afirmar que El proyecto de la bruja de Blair cambió la historia, será mejor que recuerdes el pelotazo pegado por Oren Peli hace cuatro años con esta película. Al igual que en el filme de Myrick y Sanchez, Paranormal Activity fue rodada sin guión y con una sola cámara, pero allí donde sus predecesores habían precisado de 10 intérpretes y un bosque para meternos el miedo en el cuerpo, Peli se las apañó con dos actores y una sola habitación. Con 146 millones de euros recaudados hasta la fecha, Paranormal Activity también se mantuvo apegada a las tradiciones de la serie B en un aspecto más: fue la primera entrega de una saga que, al menos por ahora, parece interminable.
Who´s Next tenía que haber sido un desastre, ya que eso exactamente lo que las personas que había detrás del proyecto opinaban de él a medida que este avanzada.
El álbum de estudio que debía seguir a la ópera rock de The Who Tommy (obra que marcó toda una época) se pensó originariamente como la banda sonora de una película titulada Lifehouse. Las ideas del líder de The Who Pete Townshend para el guión de la película eran ambiguas y complicadas además de confusas.
Según el resto de los miembros de la banda Y Kit Lambert, cománager del grupo. Lambert no hizo más que sabotear el proyecto. La película se derrumbó cuando dinero prometido para la producción no pudo materializarse. Las sesiones para completar la música en el estudio de Nueva York fueron un fracaso debido a que Lambert era un errático adicto a la heroína.
Townshend, muy afectado, pidió al productor Glyn Johns que mezclara las cintas de Nueva York. Cuando una de las sesiones de John dio como resultado en magnífico “Won't Get Fooled Again" decidieron tomar en consideración la sugerencia de John y empezar de nuevo desde cero.
Cuando Who's Next se materializó el 31 de julio de 1971, no era más que una versión fragmentaria de Lifehouse: la mitad de las canciones estaban cortadas y los temas se ordenaron por razones estéticas, no narrativas. Nada de ello importo en absoluto simplemente a causa de la brillantez de la música: rock atronador y majestuoso como "Baba O'Riley" y "Bargain" se alternaba con bellas y elegantes baladas como "Getting in Tune" y "Love Ain't For Keeping", Interpretadas por los miembros de la banda en su máximo esplendor desde el punto de vista técnico, creando lo que es, por unanimidad, uno de los 12 mejores álbumes que se hayan publicado nunca.
El 10 de diciembre se cumple 50 años del estreno de Lawrence de Arabia y que mejor forma que celebrarlo volviendo a ver una de las películas más grandes de la historia del cine. Rodada a lo grande en 70mm, Lawrence de Arabia es la mayor historia épica del cine, con permiso de "Lo que el viento se llevó".
El desierto es un lugar duro, donde poner a prueba la entereza y la capacidad del ser humano para sobrevivir y buscar sus límites. Para algunos, un sitio donde encontrarse a sí mismos, para lo bueno y lo malo, e incluso de rozar la locura bajo un sol que parece derretir cada grano de arena. Así fue para el militar británico y aventurero T.E. Lawrence (1888-1935), o al menos así lo retrató David Lean en 1962.
Lawrence de Arabia cuenta parte de la Rebelión Árabe de 1916, en plena I Guerra Mundial, a través de una historia extremadamente personal, la de un hombre complicado e incomprendido, que encuentra la liberación de su alma en el desierto. En el inicio de la película Lawrence lleva una vida tan yerma como el desierto que le acaba salvando. El filme es un viaje de un alma atormentada. La idea de periplo épico es algo que el director quiso mostrar moviendo siempre la cámara de izquierda a derecha. Y de fondo, la grandeza del Imperio británico, la complejidad de las colonizaciones, los perjuicios raciales, la homosexualidad y la inmensidad del desierto.
Lawrence de Arabia obtuvo siete de los 10 premios Oscar a los que era candidata, incluidos mejor Película, Director, la preciosa fotografía de Freddie Young y la ya mítica banda sonora de Maurice Jarre a la que tanto deben compositores como John Williams, Jerry Goldsmith o James Horner. Una gran superproducción bajo la tutela de Sam Spiegel, que ya colaboró y chocó su ego con Lean en El puente sobre el río Kwai (1957). Al frente, en su primer papel protagonista, Peter O’Toole, tan enigmático como el personaje que representó. Spiegel quería a una gran estrella de Hollywood, a ser posible a un estadounidense para que el público de allí no rechazara una historia de británicos. La primera idea fue el hombre del momento, Marlon Brando, pero este acabó eligiendo el rodaje de Rebelión a bordo. Al final se decantaron por un actor que no pudiera hacer sombra a Lawrence, mostrado en la película como estrella de todo lo que le rodeaba.
Mucho se ha escrito acerca del único encuentro de los Beatlescon Elvis Presley, en una mansión alquilada en las colinas de Bel Air (Los Ángeles). Los testigos han contado lo que vieron y escucharon aquel 27 de agosto de 1965. Faltaban las palabras de los propios protagonistas. Ahora han salido a subasta unas cintas con una entrevista realizada aquel mismo verano, y en la que los deLiverpoolexpresaban sin reparos lo que opinaban realmente sobre el rey del rock.
Las grabaciones fueron realizadas por el DJ Jerry G Bishop, al que los Fab Four permitieron acompañarles durante aquella gira. Las cintas habían permanecido en las manos de un empresario discográfico durante todo este tiempo, pero ha decidido ponerlas a la venta por 35.000 libras (43.725,120 euros).
En ellas, Paul McCartney, por ejemplo, afirma lo siguiente: «Está claro que desde que tengo 16 años he amado sus discos. Hacíamos versiones suyas antes de componer nuestro propio material, pero sus discos recientes no nos gustan ni la mitad de lo que le dijimos anoche a él».
En cuanto a John Lennon, explica lo siguiente: «Cuando nos preguntan si nos gustaría hacer un disco con él, contesto que no. Nunca nos han gustado esos álbumes en los que juntan a dos famosos. Odiaríamos hacer un disco así».
Al menos, cuentan que él fue sincero y que lo primero que preguntó a Elvis fue porqué no volvía a grabar rock & roll, en lugar de rodar películas par adolescentes. Todo fue así como en broma, y así se lo tomó, aparentemente, el anfitrión. El encuentro fue propiciado por el Coronel Parker, convencido de que así ayudaría a mejorar la popularidad de su protegido. En cambio, Elvis sentía bastante desprecio por esos muchachos que le habían convertido en una vieja gloria con solo 30 años.
Eso sí, hubo una jam session con guitarras (Ringo, viéndose al margen, se fue a jugar una partida de billar con algunos miembros de la llamada«mafia de Memphis», el círculo de amigos y empleados que rodeaba a Elvis). Se cuenta como anécdota que una de las cosas que más impresionó a los cuatro músicos fue ver allí, por primera vez, cómo funcionaba el mando a distancia de una televisión.
12 cosas que (probablemente) no sabíais de James Bond
Los derechos del personaje costaron 6.500 euros
Dado que 007 ya era una estrella de la literatura pulp antes de pasar al cine, el autor Ian Fleming debería haberse llevado una buena cantidad por permitir sus adaptaciones, ¿no? Pues no del todo: en 1954, James Bond tenía sólo un año de vida literaria, así que Fleming no regateó cuando la cadena CBS le ofreció 1.000 dólares de la época a cambio de convertir su libro Casino Royale en un telefilme. Para añadir insulto al dolor, la TV movie convertía a Bond (interpretado por Barry Nelson) enun agente de la CIA, bebe whisky en vez de martinis con vodka, y los otros personajes le llamaban "Jimmy".
La serie de TV que nunca fue
Antes de entrar en tratos para realizar las películas, Ian Fleming coqueteó con la televisión otras dos veces más: la primera, escribiendo los guiones para una teleserie que se debería haber titulado Captain Jamaica, y cuyo protagonista atendía al nombre de James Gunn. La segunda, ya con 007 como figura principal, le fue encargada también por CBS. El proyecto quedó en agua de borrajas, pero el escritor (siempre espabilado) aprovechó el argumento del capítulo piloto para su historia Sólo para tus ojos. M está basada en la madre de Ian Fleming
Tras muchos años interpretado por actores (el primero, y el más recordado, fue Bernard Lee), el jefe supremo del MI6 pasó a tener los rasgos de Judi Dench en GoldenEye. Algo que resultó sorprendente en su día, pero que en el fondo era de esperar: Fleming apodaba con esa letra a su madre Evelyn Fleming, una señora de armas tomar cuya falta de afecto y obsesión por el éxito amargaron la vida de su hijo. Seguro que, después de conocer este dato, verás Skyfall de otra manera. Bond es escocés gracias a Sean Connery
Ian Fleming había concebido a su superespía como un caballero inglés. Así pues, al principio no le hizo ninguna gracia que el personaje pasara a la historia gracias a un actor escocés, con tatuajes y que, para colmo, había trabajado de camionero. Pero esa reacción duró poco: después del estreno de 007 contra el Dr. No, Fleming quedó tan encantado que, en su siguiente libro, incluyó el dato de que Bond era un highlander de pleno derecho. Así mismo, la interpretación de Connery le animó a dotar al personaje de un mayor sentido del humor, y de más suerte con las mujeres (que ya es decir, tratándose de él). JFK era fan
Aunque autores con experiencia en el mundo del espionaje, como John Le Carré (El topo), han afirmado que 007 sería un espía pésimo en el mundo real, John Fitzgerald Kennedy no pensaba lo mismo. Tan aficionado era el mandatario a las novelas de Ian Fleming, que llegó a pedirle consejo al escritor sobre cómo asesinar a Fidel Castro. Para mayor ironía, Kennedy fue asesinado en 1963, justo el año en el que Desde Rusia con amor (su novela favorita de James Bond) fue adaptada al cine.
"¡Cuánto echo de menos la Guerra Fría!"
¿Sabes cuál era el mayor miedo de los productores de la saga durante los 60? Que los roces políticos entre EE UU y la Unión Soviética acabasen demasiado pronto, quitándole así la gracia a las aventuras de James Bond. Mientras escribía el argumento de Operación Trueno (la primera película escrita, pero la cuarta producida) Fleming estaba convencido de que la Guerra Fría tenía los días contados. Así que se inventó a la organización SPECTRA y al malvado Blofeld (y a su gato) para que sustituyeran a la KGB como enemigos de 007. Queda probado, pues, que Fleming era un gran autor de novelas de espías, pero que como analista político no andaba muy fino. 007, la clave ocultista
Las teorías sobre el número de James Bond en el servicio de Su Majestad son muchas y muy variadas, pero hay un hecho cierto: antes que por nuestro agente con licencia para matar, dicho código fue empleado por un tal John Dee. Este personaje del siglo XVI trabajaba a las órdenes de Isabel I de Inglaterra como astrólogo, cartógrafo y espía, firmando con el número de marras sus mensajes para la 'Reina Virgen'. El doble cero venía a representar unos ojos, mientras que el número 7 tiene mucha importancia en el ocultismo. George Lazenby perdió el papel por ir de divo
El segundo actor, y el más efímero, en dar vida a 007 cometió dos errores enormes al tomar el papel. El primero fue negarse a firmar un contrato por siete películas, según un consejo de su agente. El segundo, volverse una presencia insoportable para sus compañeros de rodaje en Al servicio secreto de Su Majestad. Entre las lindezas cometidas por el australiano, destacamos tres: exigir un coche que le llevase del camerino al plató (un recorrido de cien metros), comer ajo antes de una escena de besos para fastidiar a Diana Rigg, y sobre todo presentarse a la premiere del filme con barba y el pelo largo. Como todos sabemos, Bond puede ser un chulo y un asesino, pero nunca jamás un hippie. Goldfinger era el vecino de Ian Fleming
Además de en los anales de la saga Bond, el señor Goldfinger tiene un lugar en la historia de la arquitectura. El personaje real (que se llamaba Erno, y no Auric) era un arquitecto de la escuela brutalista que se hizo famoso gracias a su manía por construir edificios bastante horribles y que vivía en Jamaica cerca de Ian Fleming. El escritor le tenía tanta manía a sus edificios que basó a su villano en él, y cuando Goldfinger amenazó con demandarle, pensó en cambiar su nombre por el de 'Goldprick'. El cual puede traducirse, piadosamente, como "Miembro de Oro". La depilación láser de Sean Connery
Ya que hablamos de James Bond contra Goldfinger, señalemos un dato doloroso. ¿Recuerdas la cara de angustia que se le pone a 007 cuando su enemigo quiere partirle en dos con un rayo láser? Pues es más real de lo que parece: un pequeño error del director de efectos especiales Arnold Luxford hizo que el rayo (en realidad, un soplete que cortaba la lámina de oro desde abajo) se detuviera "a sólo tres pulgadas de su entrepierna". Ay, qué calorcito...
007 contra Steven Seagal
Los padecimientos jamesbondianos de Connery no acabaron con la anécdota descrita arriba, con el encasillamiento o con lo mucho que le costó ser tomado en serio tras abandonar al personaje. Cuando, ya mayorcito, volvió a encarnar a James Bond en Nunca digas nunca jamás (un remake encubierto de Operación Trueno), el actor escocés se tomó muy en serio el entrenamiento en artes marciales, llevándose de recuerdo un brazo roto. ¿El culpable de la lesión? Un tal Steven Seagal, que por entonces aún trabajaba como sensei.
Siete 'chicas Bond', una sola voz
¿Te suena el nombre de Nikki Van Der Zyl? Seguramente no, pero si gustas de ver las 'películas Bond' en versión original, habrás oído su voz muchas veces. Desde 007 contra el Dr. No, cuando dobló a Ursula Andress, esta actriz de voz se convirtió en la dobladora de referencia para las 'chicas Bond' que, o no dominaban mucho el inglés, o andaban justitas de dicción. Entre ellas estuvieron Jill Masterson (en James Bond contra Goldfinger) y Mie Hama, la belleza oriental de Sólo se vive dos veces. Van Der Zyl abandonó la saga en 1974.
En las primeras décadas de la historia de la radio, muchos programas emitían noticias en directo o transcritas y programas de entretenimiento. Las cosas empezaron a cambiar ligeramente cuando, en 1927, Christopher Stone incluyó conciertos grabados de música clásica en la BBC. Se llamo así mismo presentador. En Estados Unidos los locutores eran anónimos y dabandetalles de la música que emitían sin personalidad ni explicaciones. A comienzos de la década de 1930, Al Jarvis creó el programa Make Belive Ballrompara la KGWB de Los Ángeles. El programa de Jarvis presentaba a una banda con lo que creaba la ilusión de un verdadero salón de baile.
En 1935 en la WNEW de Nueva York, Martin Block decidió emitir grabaciones entre los boletines de noticias sobre secuestro de Limbergh, una extraña combinación. Entonces adoptó la idea y el título del programa de Jarvis y empezó su propio Make Belive Ballrom el 3 de febrero de 1935.
La personalidad de Block brillaba en sus programas y el periodista Walter Winchell lo llamó Disc Jockey (jinete de discos) la primera utilización del término.
La innovación de Block propició una tregua entre las antes beligerantes emisoras de radio y las compañías discográficas aldarse cuenta estas últimas de que la radio les hacia propaganda gratuita. El programa de Block se emitió a nivel nacional en 1940. Fue muy popular, en 1948 apareció en un cortometraje musical presentando el programa y en 1949 Colombia Pictures realizó una película musical titulada Make Belive Ballrom.
Block dejó el programa en 1954 por The Martin Block show en la emisora ABC. Make Belive Ballrom, Con diferentes presentadores aún sigue en antena.