Dado que 007 ya era una estrella de la literatura pulp antes de pasar al cine, el autor Ian Fleming debería haberse llevado una buena cantidad por permitir sus adaptaciones, ¿no? Pues no del todo: en 1954, James Bond tenía sólo un año de vida literaria, así que Fleming no regateó cuando la cadena CBS le ofreció 1.000 dólares de la época a cambio de convertir su libro Casino Royale en un telefilme. Para añadir insulto al dolor, la TV movie convertía a Bond (interpretado por Barry Nelson) enun agente de la CIA, bebe whisky en vez de martinis con vodka, y los otros personajes le llamaban "Jimmy".
La serie de TV que nunca fue
Antes de entrar en tratos para realizar las películas, Ian Fleming coqueteó con la televisión otras dos veces más: la primera, escribiendo los guiones para una teleserie que se debería haber titulado Captain Jamaica, y cuyo protagonista atendía al nombre de James Gunn. La segunda, ya con 007 como figura principal, le fue encargada también por CBS. El proyecto quedó en agua de borrajas, pero el escritor (siempre espabilado) aprovechó el argumento del capítulo piloto para su historia Sólo para tus ojos.
M está basada en la madre de Ian Fleming
Tras muchos años interpretado por actores (el primero, y el más recordado, fue Bernard Lee), el jefe supremo del MI6 pasó a tener los rasgos de Judi Dench en GoldenEye. Algo que resultó sorprendente en su día, pero que en el fondo era de esperar: Fleming apodaba con esa letra a su madre Evelyn Fleming, una señora de armas tomar cuya falta de afecto y obsesión por el éxito amargaron la vida de su hijo. Seguro que, después de conocer este dato, verás Skyfall de otra manera.
Bond es escocés gracias a Sean Connery
Ian Fleming había concebido a su superespía como un caballero inglés. Así pues, al principio no le hizo ninguna gracia que el personaje pasara a la historia gracias a un actor escocés, con tatuajes y que, para colmo, había trabajado de camionero. Pero esa reacción duró poco: después del estreno de 007 contra el Dr. No, Fleming quedó tan encantado que, en su siguiente libro, incluyó el dato de que Bond era un highlander de pleno derecho. Así mismo, la interpretación de Connery le animó a dotar al personaje de un mayor sentido del humor, y de más suerte con las mujeres (que ya es decir, tratándose de él).
JFK era fan
Aunque autores con experiencia en el mundo del espionaje, como John Le Carré (El topo), han afirmado que 007 sería un espía pésimo en el mundo real, John Fitzgerald Kennedy no pensaba lo mismo. Tan aficionado era el mandatario a las novelas de Ian Fleming, que llegó a pedirle consejo al escritor sobre cómo asesinar a Fidel Castro. Para mayor ironía, Kennedy fue asesinado en 1963, justo el año en el que Desde Rusia con amor (su novela favorita de James Bond) fue adaptada al cine.
"¡Cuánto echo de menos la Guerra Fría!"
¿Sabes cuál era el mayor miedo de los productores de la saga durante los 60? Que los roces políticos entre EE UU y la Unión Soviética acabasen demasiado pronto, quitándole así la gracia a las aventuras de James Bond. Mientras escribía el argumento de Operación Trueno (la primera película escrita, pero la cuarta producida) Fleming estaba convencido de que la Guerra Fría tenía los días contados. Así que se inventó a la organización SPECTRA y al malvado Blofeld (y a su gato) para que sustituyeran a la KGB como enemigos de 007. Queda probado, pues, que Fleming era un gran autor de novelas de espías, pero que como analista político no andaba muy fino.
007, la clave ocultista
Las teorías sobre el número de James Bond en el servicio de Su Majestad son muchas y muy variadas, pero hay un hecho cierto: antes que por nuestro agente con licencia para matar, dicho código fue empleado por un tal John Dee. Este personaje del siglo XVI trabajaba a las órdenes de Isabel I de Inglaterra como astrólogo, cartógrafo y espía, firmando con el número de marras sus mensajes para la 'Reina Virgen'. El doble cero venía a representar unos ojos, mientras que el número 7 tiene mucha importancia en el ocultismo.
George Lazenby perdió el papel por ir de divo
El segundo actor, y el más efímero, en dar vida a 007 cometió dos errores enormes al tomar el papel. El primero fue negarse a firmar un contrato por siete películas, según un consejo de su agente. El segundo, volverse una presencia insoportable para sus compañeros de rodaje en Al servicio secreto de Su Majestad. Entre las lindezas cometidas por el australiano, destacamos tres: exigir un coche que le llevase del camerino al plató (un recorrido de cien metros), comer ajo antes de una escena de besos para fastidiar a Diana Rigg, y sobre todo presentarse a la premiere del filme con barba y el pelo largo. Como todos sabemos, Bond puede ser un chulo y un asesino, pero nunca jamás un hippie.
Goldfinger era el vecino de Ian Fleming
Además de en los anales de la saga Bond, el señor Goldfinger tiene un lugar en la historia de la arquitectura. El personaje real (que se llamaba Erno, y no Auric) era un arquitecto de la escuela brutalista que se hizo famoso gracias a su manía por construir edificios bastante horribles y que vivía en Jamaica cerca de Ian Fleming. El escritor le tenía tanta manía a sus edificios que basó a su villano en él, y cuando Goldfinger amenazó con demandarle, pensó en cambiar su nombre por el de 'Goldprick'. El cual puede traducirse, piadosamente, como "Miembro de Oro".
La depilación láser de Sean Connery
Ya que hablamos de James Bond contra Goldfinger, señalemos un dato doloroso. ¿Recuerdas la cara de angustia que se le pone a 007 cuando su enemigo quiere partirle en dos con un rayo láser? Pues es más real de lo que parece: un pequeño error del director de efectos especiales Arnold Luxford hizo que el rayo (en realidad, un soplete que cortaba la lámina de oro desde abajo) se detuviera "a sólo tres pulgadas de su entrepierna". Ay, qué calorcito...
La serie de TV que nunca fue
Antes de entrar en tratos para realizar las películas, Ian Fleming coqueteó con la televisión otras dos veces más: la primera, escribiendo los guiones para una teleserie que se debería haber titulado Captain Jamaica, y cuyo protagonista atendía al nombre de James Gunn. La segunda, ya con 007 como figura principal, le fue encargada también por CBS. El proyecto quedó en agua de borrajas, pero el escritor (siempre espabilado) aprovechó el argumento del capítulo piloto para su historia Sólo para tus ojos.
M está basada en la madre de Ian Fleming
Tras muchos años interpretado por actores (el primero, y el más recordado, fue Bernard Lee), el jefe supremo del MI6 pasó a tener los rasgos de Judi Dench en GoldenEye. Algo que resultó sorprendente en su día, pero que en el fondo era de esperar: Fleming apodaba con esa letra a su madre Evelyn Fleming, una señora de armas tomar cuya falta de afecto y obsesión por el éxito amargaron la vida de su hijo. Seguro que, después de conocer este dato, verás Skyfall de otra manera.
Bond es escocés gracias a Sean Connery
Ian Fleming había concebido a su superespía como un caballero inglés. Así pues, al principio no le hizo ninguna gracia que el personaje pasara a la historia gracias a un actor escocés, con tatuajes y que, para colmo, había trabajado de camionero. Pero esa reacción duró poco: después del estreno de 007 contra el Dr. No, Fleming quedó tan encantado que, en su siguiente libro, incluyó el dato de que Bond era un highlander de pleno derecho. Así mismo, la interpretación de Connery le animó a dotar al personaje de un mayor sentido del humor, y de más suerte con las mujeres (que ya es decir, tratándose de él).
JFK era fan
Aunque autores con experiencia en el mundo del espionaje, como John Le Carré (El topo), han afirmado que 007 sería un espía pésimo en el mundo real, John Fitzgerald Kennedy no pensaba lo mismo. Tan aficionado era el mandatario a las novelas de Ian Fleming, que llegó a pedirle consejo al escritor sobre cómo asesinar a Fidel Castro. Para mayor ironía, Kennedy fue asesinado en 1963, justo el año en el que Desde Rusia con amor (su novela favorita de James Bond) fue adaptada al cine.
"¡Cuánto echo de menos la Guerra Fría!"
¿Sabes cuál era el mayor miedo de los productores de la saga durante los 60? Que los roces políticos entre EE UU y la Unión Soviética acabasen demasiado pronto, quitándole así la gracia a las aventuras de James Bond. Mientras escribía el argumento de Operación Trueno (la primera película escrita, pero la cuarta producida) Fleming estaba convencido de que la Guerra Fría tenía los días contados. Así que se inventó a la organización SPECTRA y al malvado Blofeld (y a su gato) para que sustituyeran a la KGB como enemigos de 007. Queda probado, pues, que Fleming era un gran autor de novelas de espías, pero que como analista político no andaba muy fino.
007, la clave ocultista
Las teorías sobre el número de James Bond en el servicio de Su Majestad son muchas y muy variadas, pero hay un hecho cierto: antes que por nuestro agente con licencia para matar, dicho código fue empleado por un tal John Dee. Este personaje del siglo XVI trabajaba a las órdenes de Isabel I de Inglaterra como astrólogo, cartógrafo y espía, firmando con el número de marras sus mensajes para la 'Reina Virgen'. El doble cero venía a representar unos ojos, mientras que el número 7 tiene mucha importancia en el ocultismo.
George Lazenby perdió el papel por ir de divo
El segundo actor, y el más efímero, en dar vida a 007 cometió dos errores enormes al tomar el papel. El primero fue negarse a firmar un contrato por siete películas, según un consejo de su agente. El segundo, volverse una presencia insoportable para sus compañeros de rodaje en Al servicio secreto de Su Majestad. Entre las lindezas cometidas por el australiano, destacamos tres: exigir un coche que le llevase del camerino al plató (un recorrido de cien metros), comer ajo antes de una escena de besos para fastidiar a Diana Rigg, y sobre todo presentarse a la premiere del filme con barba y el pelo largo. Como todos sabemos, Bond puede ser un chulo y un asesino, pero nunca jamás un hippie.
Goldfinger era el vecino de Ian Fleming
Además de en los anales de la saga Bond, el señor Goldfinger tiene un lugar en la historia de la arquitectura. El personaje real (que se llamaba Erno, y no Auric) era un arquitecto de la escuela brutalista que se hizo famoso gracias a su manía por construir edificios bastante horribles y que vivía en Jamaica cerca de Ian Fleming. El escritor le tenía tanta manía a sus edificios que basó a su villano en él, y cuando Goldfinger amenazó con demandarle, pensó en cambiar su nombre por el de 'Goldprick'. El cual puede traducirse, piadosamente, como "Miembro de Oro".
La depilación láser de Sean Connery
Ya que hablamos de James Bond contra Goldfinger, señalemos un dato doloroso. ¿Recuerdas la cara de angustia que se le pone a 007 cuando su enemigo quiere partirle en dos con un rayo láser? Pues es más real de lo que parece: un pequeño error del director de efectos especiales Arnold Luxford hizo que el rayo (en realidad, un soplete que cortaba la lámina de oro desde abajo) se detuviera "a sólo tres pulgadas de su entrepierna". Ay, qué calorcito...
007 contra Steven Seagal
Los padecimientos jamesbondianos de Connery no acabaron con la anécdota descrita arriba, con el encasillamiento o con lo mucho que le costó ser tomado en serio tras abandonar al personaje. Cuando, ya mayorcito, volvió a encarnar a James Bond en Nunca digas nunca jamás (un remake encubierto de Operación Trueno), el actor escocés se tomó muy en serio el entrenamiento en artes marciales, llevándose de recuerdo un brazo roto. ¿El culpable de la lesión? Un tal Steven Seagal, que por entonces aún trabajaba como sensei.
Siete 'chicas Bond', una sola voz
¿Te suena el nombre de Nikki Van Der Zyl? Seguramente no, pero si gustas de ver las 'películas Bond' en versión original, habrás oído su voz muchas veces. Desde 007 contra el Dr. No, cuando dobló a Ursula Andress, esta actriz de voz se convirtió en la dobladora de referencia para las 'chicas Bond' que, o no dominaban mucho el inglés, o andaban justitas de dicción. Entre ellas estuvieron Jill Masterson (en James Bond contra Goldfinger) y Mie Hama, la belleza oriental de Sólo se vive dos veces. Van Der Zyl abandonó la saga en 1974.
Fuente: Cinemania
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