El 10 de diciembre se cumple 50 años del estreno de Lawrence de Arabia y que mejor forma que celebrarlo volviendo a ver una de las películas más grandes de la historia del cine. Rodada a lo grande en 70mm, Lawrence de Arabia es la mayor historia épica del cine, con permiso de "Lo que el viento se llevó".
El desierto es un lugar duro, donde poner a prueba la entereza y la capacidad del ser humano para sobrevivir y buscar sus límites. Para algunos, un sitio donde encontrarse a sí mismos, para lo bueno y lo malo, e incluso de rozar la locura bajo un sol que parece derretir cada grano de arena. Así fue para el militar británico y aventurero T.E. Lawrence (1888-1935), o al menos así lo retrató David Lean en 1962.
Fuente: El País
El desierto es un lugar duro, donde poner a prueba la entereza y la capacidad del ser humano para sobrevivir y buscar sus límites. Para algunos, un sitio donde encontrarse a sí mismos, para lo bueno y lo malo, e incluso de rozar la locura bajo un sol que parece derretir cada grano de arena. Así fue para el militar británico y aventurero T.E. Lawrence (1888-1935), o al menos así lo retrató David Lean en 1962.
Lawrence de Arabia cuenta parte de la Rebelión Árabe de 1916, en plena I Guerra Mundial, a través de una historia extremadamente personal, la de un hombre complicado e incomprendido, que encuentra la liberación de su alma en el desierto. En el inicio de la película Lawrence lleva una vida tan yerma como el desierto que le acaba salvando. El filme es un viaje de un alma atormentada. La idea de periplo épico es algo que el director quiso mostrar moviendo siempre la cámara de izquierda a derecha. Y de fondo, la grandeza del Imperio británico, la complejidad de las colonizaciones, los perjuicios raciales, la homosexualidad y la inmensidad del desierto.
Lawrence de Arabia obtuvo siete de los 10 premios Oscar a los que era candidata, incluidos mejor Película, Director, la preciosa fotografía de Freddie Young y la ya mítica banda sonora de Maurice Jarre a la que tanto deben compositores como John Williams, Jerry Goldsmith o James Horner. Una gran superproducción bajo la tutela de Sam Spiegel, que ya colaboró y chocó su ego con Lean en El puente sobre el río Kwai (1957). Al frente, en su primer papel protagonista, Peter O’Toole, tan enigmático como el personaje que representó. Spiegel quería a una gran estrella de Hollywood, a ser posible a un estadounidense para que el público de allí no rechazara una historia de británicos. La primera idea fue el hombre del momento, Marlon Brando, pero este acabó eligiendo el rodaje de Rebelión a bordo. Al final se decantaron por un actor que no pudiera hacer sombra a Lawrence, mostrado en la película como estrella de todo lo que le rodeaba.
Fuente: El País
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