El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
Está claro: tenía que salir. Y es que la única excursión de Stanley Kubrick en el género de terror (aunque, podría decirse, todos sus filmes dan miedo en un sentido u otro) . Cada vez que nos alojamos en el Hotel Overlook sentimos unas ganas tremendas de olvidarnos de la calefacción, abrigarnos bien y salir a campo abierto. Y, una vez allí, seguir corriendo sin mirar atrás, no sea que al volvernos veamos a Jack Nicholson hacha en ristre y se nos quede para los restos el jeto de Shelley Duvall.
La Cosa (John Carpenter, 1982)
Cuando se trata de filmes de terror invernal, el remake firmado por Carpenter de El enigma de otro mundo debe figurar en primera posición por narices (congestionadas). No sólo porque las peripecias del piloto Kurt Russell, un grupo de científicos y una criatura primigenia, polimorfa y alienígena transcurran a un tiro de piedra del Polo Sur, sino también porque sus espantos biológicos son tan fríos que nos hielan las entrañas. Aunque, por suerte, su final es de lo más calentito.
Déjame entrar (Thomas Alfredson, 2008)
Abandonamos los páramos helados del Antártico en favor de otros parajes mucho más norteños, pero a los que también conviene viajar con ropa de abrigo. Nos referimos a los suburbios de una ciudad sueca (posiblemente Estocolmo) donde, bajo el barniz de la civilización y el bienestar, acechan el bullying escolar, el alcoholismo, la desesperación... Y un caso de vampirismo infantil que, paradojas de la vida, resulta casi entrañable en comparación con todo lo demás. El remake estadounidense firmado por Matt Reeves en 2010 también merece la pena, pero lo original es siempre lo mejor...
Ravenous (Antonia Bird, 1999)
Viendo Priest, su filme de 1995 sobre los avatares de un cura homosexual, la británica Antonia Bird nos engañó, haciéndonos creer que los desmadres de Amor loco eran cosa del pasado. Vana ilusión, como probó esta película en la que Robert Carlyle nos cuenta una sórdida historia de aislamiento y canibalismo en las montañas de Nevada. El resultado es una película muy amoral y muy gore con la que resulta fácil identificarse: aquí también nos hubiéramos merendado a Guy Pearce, pero de una manera distinta.
El día de la Bestia (Álex de la Iglesia, 1995)
Nueve meses de invierno, tres de infierno", reza un viejo refrán sobre el clima de Madrid. Pero el ex presidente de la Academia de Cine no piensa lo mismo, como probó el filme que le convirtió en una figura de culto nacional e internacional. Siguiendo las andanzas de Álex Angulo y el satánico (y de Carabanchel) Santiago Segura, uno acaba convencido de que unas navidades en la capital son la ocasión perfecta para el nacimiento del Anticristo.
Noche de paz, noche de muerte (C. E. Sellier Jr., 1984)
Entre otras entrañables costumbres, los slasher ochenteros tenían el hábito de aprovecharse de todas las fiestas de guardar habidas y por haber. Incluyendo, por supuesto, la navidad: de pequeño, el asesino titular de este filme presenció el asesinato de sus padres a manos de un ladrón vestido de Papá Noel, y cuando su jefe le obliga a ataviarse de esa guisa en Nochebuena, le falta tiempo para armar una escabechina al grito de "¡Jo, jo, jo!".
La zona muerta (David Cronenberg, 1983)
Déjame entrar (Thomas Alfredson, 2008)
Abandonamos los páramos helados del Antártico en favor de otros parajes mucho más norteños, pero a los que también conviene viajar con ropa de abrigo. Nos referimos a los suburbios de una ciudad sueca (posiblemente Estocolmo) donde, bajo el barniz de la civilización y el bienestar, acechan el bullying escolar, el alcoholismo, la desesperación... Y un caso de vampirismo infantil que, paradojas de la vida, resulta casi entrañable en comparación con todo lo demás. El remake estadounidense firmado por Matt Reeves en 2010 también merece la pena, pero lo original es siempre lo mejor...
Ravenous (Antonia Bird, 1999)
Viendo Priest, su filme de 1995 sobre los avatares de un cura homosexual, la británica Antonia Bird nos engañó, haciéndonos creer que los desmadres de Amor loco eran cosa del pasado. Vana ilusión, como probó esta película en la que Robert Carlyle nos cuenta una sórdida historia de aislamiento y canibalismo en las montañas de Nevada. El resultado es una película muy amoral y muy gore con la que resulta fácil identificarse: aquí también nos hubiéramos merendado a Guy Pearce, pero de una manera distinta.
El día de la Bestia (Álex de la Iglesia, 1995)
Nueve meses de invierno, tres de infierno", reza un viejo refrán sobre el clima de Madrid. Pero el ex presidente de la Academia de Cine no piensa lo mismo, como probó el filme que le convirtió en una figura de culto nacional e internacional. Siguiendo las andanzas de Álex Angulo y el satánico (y de Carabanchel) Santiago Segura, uno acaba convencido de que unas navidades en la capital son la ocasión perfecta para el nacimiento del Anticristo.
Noche de paz, noche de muerte (C. E. Sellier Jr., 1984)
Entre otras entrañables costumbres, los slasher ochenteros tenían el hábito de aprovecharse de todas las fiestas de guardar habidas y por haber. Incluyendo, por supuesto, la navidad: de pequeño, el asesino titular de este filme presenció el asesinato de sus padres a manos de un ladrón vestido de Papá Noel, y cuando su jefe le obliga a ataviarse de esa guisa en Nochebuena, le falta tiempo para armar una escabechina al grito de "¡Jo, jo, jo!".
La zona muerta (David Cronenberg, 1983)
Toca ponerse serios y echarse la capucha sobre los ojos, porque aquí hablamos del primer trabajo de David Cronenberg para la industria de Hollywood. No se trata solo de que el morboso cineasta rodara esta adaptación de Stephen King en los paisajes nevados de su Canadá natal, ni tampoco de que su trama de catástrofes y premoniciones esté rodada con el gélido estilo habitual del autor. Es que, además, el protagonista es... Christopher Walken. Cada vez que el actor mire a cámara, sentirás una rasca sobrenatural.
Rare Exports (Jalmari Helander, 2010)
Rare Exports (Jalmari Helander, 2010)
Efectivamente, estamos ante otro horror navideño. El cual, además, nos lleva de vuelta a los países nórdicos. Subtitulada Un cuento gamberro de navidad en su estreno español, Rare Exports es una versión extendida de un cortometraje de humor (negro) que ya os presentamos en su día, y una de esas películas cuya falta de medios queda compensada por su morro y su ingenio a partes iguales. Si pensabas que la vida de un pastor de renos resultaba aburrida, te convencerá de todo lo contrario.
Fuente: Cinemanía
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