viernes, 21 de septiembre de 2012

Chuck Berry tuvo la culpa

Una fría mañana de 1960, en la estación de tren de Dartford, un chico espigado se acercó a otro joven delgaducho. La cara le sonaba del colegio. Le preguntó por el disco de Chuck Berry que llevaba bajo el brazo y se pusieron a hablar de blues, de tipos como Muddy Waters, Howlin Wolf o John Lee Hooker. "¿De dónde has sacado esos discos?", le preguntó el espigado al delgaducho. Aquel chico delgado era Mick Jagger, el espigado, Keith Richards, y aquella charla desembocaría, no mucho después, en el nacimiento de una de las bandas más grandes de todos los tiempos: The Rolling Stones.

Jagger invitó a Richards a pasarse por un pub con máquina de discos en el que solía quedar con otros amigos. Keith quedó deslumbrado por la colección de discos de Jagger y por el mundo que le comenzó a descubrir, hasta entonces el futuro guitarrista se creía el único bicho raro que escuchaba esa música en kilómetros a la redonda. En menos de un año estarían comenzando una carrera histórica, en aquel momento solamente querían devorar canciones, descubrir cómo se hacía ese sonido negro que les tenía tan fascinados, su meta, tan lejana como un sueño, era convertirse en la banda de blues más grande de Londres.

"Mick había visto tocar a Buddy Holly, esa fue una de las razones por las que me pegué a él como una lapa", confiesa Richards en su biografía. "Yo no estaba nada metido en el mundillo musical por aquel entonces, comparado con Mick, era un paleto de tomo y lomo. Él en cambio tenía controlada la movida de Londres". Los dos jóvenes iban cada vez menos a clase, Richards estudiaba Arte y Jagger estaba matriculado en Económicas. Cada vez pasaban más tiempo escuchando música, conociéndose y aprendiendo. Jagger se apuntó a un viaje familiar de los Richards a la costa, allí, en un pub, la pareja se subiría a su primer escenario para tocar unos cuantos temas. A la vuelta de ese viaje conocieron a Charlie Watts, todo un maestro del jazz que no se podían permitir para su banda, poco después alucinarían viendo a Brian Jones hacer slide. En aquellos días el dúo pasaba por todos los tugurios de Londres intentando encontrar una oportunidad para subirse al escenario y tocar algunas canciones. De aquella época data una de sus primeras grabaciones, una cinta casera que grabaron en una casa de Bexleyheath y que Jagger compró en una subasta décadas después.

Volando sin licencia

El momento clave para los incipientes músicos fue cuando Jagger y Richards acudieron a un anuncio que había puesto Brian Jones buscando músicos, así fue tomando forma el grupo junto a Ian Stewart, posteriormente liarían a Charlie Watts. El 12 de julio de 1962, el grupo daría su primer concierto en Marquee. Brian Jones llamó a la revista Jazz News para promocionar el bolo, cuando les preguntaron por el nombre de la banda se quedaron callados. Se miraron los unos a los otros, luego a la pared, después al suelo. Allí estaba tirado un grandes éxitos de Muddy Waters, la primera canción de aquel disco se llamaba Rollin' Stone, aquel sería su nombre. Aquella noche subieron al escenario Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones, Mick Avory a la batería y Dick Taylor al bajo. El reportorio eran las versiones que Richards, Jones y Jagger venían ensayando. "Sabes que te has ido donde la mayoría de gente nunca ha estado, un lugar especial", así describe Richards aquella primera sensación en su libro. "Es como volar sin licencia". A pesar de aquel primer subidón, la vida del grupo estaba todavía lejos de ser la de músicos al uso. "Lo único que nos interesaba en este mundo era que no nos cortaran la luz y cómo mangar unas cuantas cosas en el supermercado. Las mujeres, realmente, ocupaban el tercer puesto en la lista. Estudiar a los maestros del blues era nuestra verdadera misión, y cualquier minuto que le quitaras era poco menos que un pecado", recuerda Richards.

La cocina de la primera canción

En 1964, la banda editaría su primer álbum, The Rolling Stones, y en menos de un año el grupo viajaba por todo el mundo como las nuevas estrellas del rock. Aquel primer disco, como los siguientes, estaría formado por versiones de blues y rock de los años cuarenta y cincuenta, adaptadas al estilo propio del grupo. En 1965, Andrew Oldham, manager del grupo, encerró en una cocina a Keith y Mick y les aseguró que no les dejaría salir hasta que tuviesen escrita una canción. Si querían mantenerse en el estrellato, si querían llegar más lejos, deberían crear su propia música. Aquella noche la dupla escribiría As tears go by, tema que cantaría Marianne Faithfull, novia de Jagger por aquel entonces. La semilla estaba plantada, la pareja de músicos se convertiría en una de las mejores duplas de compositores del rock. En abril de 1966 llegó a las tiendas Aftermath, el primer disco del grupo con todos los temas compuestos por Jagger y Richards, el resto es leyenda, la historia del grupo que partiendo del blues estadounidense revolucionaría el rock, una historia que comenzó en una estación de tren de Dartford una fría mañana. Chuck Berry tuvo la culpa.

Fuente: Alfonso Cardenal (Cadena Ser)

2 comentarios:

txuxen dijo...

Magnífico, bro. Da gusto leer cosas así. Keep on rockin'

Txuxen

David dijo...

¿¿Verdad que si?? me encontré con este artículo el otro día y estaba obligado a compartirlo!! Un abrazo Bro.