Hace exactamente cuatro décadas
se retransmitía por primera vez vía satélite un concierto de rock, nadie
sospechaba que 1973 se convertiría en un año clave para la música,
definitivamente enterradas la utopía hippie y la
pesadilla de Vietnam. Aloha from Hawai, cantaba Elvis
Presley en aquella histórica actuación que se coló en miles de hogares
gracias a una entonces revolucionaría tecnología.
Pink Floyd llevaba varios meses grabando en los estudios Abbey Road y
la expectación era máxima en vista de que el fantasma de Syd Barrett planeaba
sobre Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick
Mason. El resultado vio la luz en marzo. Una obra maestra en tono
conceptual que ha vendido más de 50 millones de copias desde entonces en todo
el mundo. On the run, Time, The great gig in
the sky y, sobre todo, Money, rompían los
convencionalismos y dibujaban una sombra tan alargada que se extiende hasta hoy
mismo.
Por su parte, Lou Reed viajaba
al Berlín de dos drogadictos condenados a una trágica historia de amor. Himnos
como Caroline says, The kids y Sad song.
Su amigo David Bowie (productor
de su aclamado Transformer) tomó buena nota de estos efluvios
berlineses (que él mismo reverdeció más tarde) y quiso ensanchar los límites de
su reencarnación con Aladdin Sane, donde se incluían piezas tan
fundamentales en su repertorio como The Jean Genie o Panic
in Detroit, además de una sorprendente versión del Let’s
spend the night together de los Rolling Stones.
Precisamente, Mick Jagger y Keith
Richards se descolgaron con el álbum Goat’s head soup,
feudo de la preciosa balada Angie.
Un jovencísimo Mike
Oldfield llevaba unas cuantas semanas dando vueltas por las
discográficas para intentar mostrarles Tubular bells, que asustó a
los ejecutivos de las compañías con un derroche instrumental que superaba los
48 minutos de duración. Pensaban que el muchacho estaba loco... hasta que el
visionario Richard Branson lo fichó para Virgin Records.
Pete Townshend y Roger Daltrey alcanzaron una de sus
cimas creativas con su segunda ópera rock,Quadrophenia, todo un tratado
sociológico sobre la rebeldía juvenil en la Gran Bretaña de 1965, con Brighton como
ciudad icónica.
Bob Marley se atrevía a fumarse un gigantesco porro en la portada
de Catch a fire, censurada en la España tardofranquista, y se
marcaba un Kinky Reggae. Marvin Gaye dejaba
boquiabiertos a los seguidores del soul con su clásico Let’s get
it on. Led Zeppelín, , vomitaron el enigmáticoHouses of the holy,
que contenía The song remains the same.
Iggy and The Stooges se rendían
al Raw power, John Cale se retrotraía a Paris
1919, Can anticipaba los Future days, Stevie Wonder se
recluía en sus Innervisions y Bruce Springsteen asomaba
con Greetings from Asbury Park.
Sí, todo en 1973. Una
cosecha excepcional.
Fuente el Confidencial
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